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Para Le Tanneur, Francia es una fuente inagotable de saber hacer que se transmite y complementa. En nuestra
opinión, su belleza radica en las acciones de quienes trabajan a diario para hacer brillar Francia. A lo largo de nuestra historia, hemos colaborado con algunas de esas personas, mujeres y hombres, a quienes queríamos destacar en este artículo dedicado a nuestro país y sus bellezas ocultas.
Arquitecto, director artístico y fotógrafo, Pierre-Louis Leclercq es ojo y corazón. Es
sensible a la belleza de la materia, a la luz y a la armonía de las formas. Y, sobre todo, se toma el tiempo de admirarlas cuando otros pasan fácilmente a su lado sin percibirlas. Nos acompañó durante la sesión de fotos para el lanzamiento de nuestra línea Madeleine.
Pierre-Louis Leclercq - Soy arquitecto, pero también soy consultado como director artístico y fotógrafo. Aporto mi perspectiva a las creaciones o servicios de varias casas de moda. No puedo definirme con un solo sombrero. Diría que soy más simplemente un creativo.
Me gusta mucho documentar la ciudad y los ambientes a través de una mirada y una estética muy frontal. No puedo tomar fotografías si no hay simetría, si no hay un encuadre. Se podría
decir que es mi aprendizaje de la arquitectura lo que transcribo en mis fotografías.
Para mí, Francia es la diversidad de paisajes entre el norte, el sur, el este y el oeste. En tres horas entre París y Marsella, cambias de país tres veces. Hay diferencias sociales, culturales, estéticas y esto se refleja en los saberes. Ya hay un número impresionante solo en arquitectura.
Y esta enorme diversidad de saberes accesibles en muy poco tiempo. No podría anclar mi profesión geográficamente, hoy trabajo mucho alrededor del Mediterráneo, pero eso podría cambiar mañana.
Ante todo, está el trabajo sobre la materialidad. El aspecto bruto de una materia prima que debe evolucionar. Al igual que un edificio, el cuero es un objeto destinado a evolucionar, a transformarse con el tiempo. Se pátina. Una buena chaqueta de cuero tiene la piel desgastada. Es lo mismo para una piedra o la pintura de un coche viejo. Es el tiempo, las arrugas, lo que da encanto a una pieza. Un poco al contrario del plástico que olvidamos rápidamente.
El Madeleine tiene una forma muy simple, muy atemporal. No es una pieza esperada que responda a códigos de tendencia. A través de esta línea, percibimos a Le Tanneur como una marca establecida y sólida, que refleja bien el saber hacer francés. También están los materiales y colores bastante puros: blanco, topo, beige, no se dispersaban y se adaptaban bien a la Camarga y su paisaje muy seco y a este motel en medio de la nada, para un revival de la Francia de los años 70 realmente interesante.
Hay dos que son diametralmente opuestos, el Finisterre y Marsella. Hoy más bien Marsella, que está en plena vitalidad después de un largo momento de silencio. Me gusta observar estos cambios sociales, veraniegos, muchas cosas que se mueven y es bastante agradable ver esta ciudad despertar nuevamente después de todos estos meses. Es un poco la magia de las ciudades portuarias que nunca mueren y se renuevan constantemente, mantienen una verdadera diversidad social sin caer nunca en lo costero o lo demasiado formal. Todavía es una ciudad donde hay un poco de desorden en Francia y es agradable. Finisterre es mucho más bruto, clima cambiante, la naturaleza se mueve mucho. Hay mucho viento. No es muy turístico, casi te sientes en otro país, como en Irlanda.
